Una historia conmovedora de Walter Haus
No se trata de las propiedades, sino de las personas. He aquí una de esas veces que dichas personas, me recuerdan por qué engancha este trabajo, el de asesor inmobiliario.
A primeros de marzo de este año 2022 Walter Haus me asignó un cliente que tiempo después pude descubrir que fue muy especial para mí. En un principio se trataba de una compradora interesada en nuestra “Nueva Promoción Goya”. Tenía que devolver su llamada, informarle y, si le venía bien, invitarle a visitarnos y proceder con el oportuno asesoramiento inmobiliario.
Supuse que era una persona muy atareada ya que me costó trabajo volver a contactar con ella. Tras varias llamadas y un mensaje de presentación por WhatsApp logré tener una pequeña conversación telefónica con ella, la cual tuvo como conclusión el descarte de la vivienda -con la que inicialmente había mostrado interés- además de comunicarme cuáles eran sus intereses y parámetros de búsqueda. A partir de ese momento, mi trabajo fue de seguimiento; aquello que teníamos o iba entrando en la cartera -y que cumplía con los requisitos solicitados- se lo trasladada a mi cliente y le solicitaba feedback para depurar lo mejor posible mi oferta, lo cual ayudaría a encontrar su piso dentro del catálogo de inmuebles de Walter Haus.
La magia de un buen asesoramiento inmobiliario personalizado
Parecía que no terminaba de encajar mis envíos con sus preferencias, hasta que por fin logré tener otra conversación telefónica en la que me regaló una serie de detalles y porqués de sus exigencias. Puntos claves para el adecuado proceso de un buen asesor inmobiliario en la elección de la vivienda. A lo que relataba:
- No quiero porteros o conserjes, así no me controla nadie.
- Quiero dos habitaciones y dos baños ya que mi nieto vivirá conmigo.
- Quiero estar cerca del transporte público, porque quiero quedar a pasear por Madrid con mis amigas. Mándame un piso con estas características y que esté para entrar a vivir. Entonces, iré corriendo a comprarlo. “Encarna, tengo 89 años, 5 hijos y 8 nietos, y quiero vivir en Madrid libre de lo que me dicen unos y otros”
Cuando le ofrecí el primer piso, que exactamente cumplía todos sus requisitos, fui verdaderamente consciente de la ilusión que reflejaba esta gran mujer, los nervios atropellaban en su cabeza los pasos a seguir para realizar su reserva de la compra. ¡Quedó encantada con el asesoramiento inmobiliario que había logrado! Era tal su ilusión que no quería visitarlo antes de comprar el piso, por no perder la oportunidad de compra, pero con buen criterio de Roberto Jimenez, Director de la inmobiliaria de referencia de WH en el barrio Salamanca, me indicó que no permitiría una reserva a ciegas y menos si el cliente que la estaba solicitando era una persona octogenaria, por lo que me instó en hablar con su familia para hacer los trámites aportando la seguridad que nuestros clientes se merecen.
No todos los cuentos acaban bien, y mi clienta perdió ese piso. Espero que perdone nuestro exceso de recelo, marcado por la ética profesional con la que trabajamos los asesores inmobiliarios en Walter Haus. Sin embargo, la historia no terminaba aquí…
La oficina de Chamartín conoció la desilusión de mi clienta, ya que un comprador de su cartera era el que había reservado dicho piso, y su Directora, Beatriz Rodríguez, me recomendó que hablase con una compañera de su equipo, Ainhoa Martínez, ya que estaba hablando con un propietario de un piso similar. Y ¡voilá! La suerte nos pilló trabajando.
Y es que, trabajando en equipo se logran mejores resultados, y si trabajas empatizando con la necesidad de tu cliente y centrado en encontrar la mejor solución para él, los milagros se cumplen. No sé cómo explicaros con palabras la ilusión de Myriam, nuestra encantadora clienta octogenaria. Cuando entró a conocer su nueva casa noté la chispa de sus ojos de niña, nos cargó de su maravillosa energía e ilusión por la vida.
Y sí, puedo deciros que, a sus casi noventa años, me recordó por qué estoy enganchada a este trabajo. Soy asesora inmobiliaria.