Llevas tiempo en la búsqueda. Sientes que todo está en contra de tus planes de mudarte. La casa de tus sueños ¿dónde ha ido a parar? ¿Quién se adelantó comprándola que no la puedes encontrar?
¿Te has detenido a pensar que, quizás, no se trate del destino ni de una especie de mal karma sino que eres tú que, muy en el fondo, te cuesta desprenderte de tu actual vivienda porque la amas demasiado?
Tu vida cambia: nuevas relaciones, nuevos trabajos. Modificas tu hogar para adaptarlo a tu estilo de vida: tiras una pared cuando estás soltero, levantas otra cuando llega un nuevo miembro a la familia y necesitas otra habitación.
Pero un día el tetrix no da más de sí y ya no hay manera de reconvertir espacios. Es el momento para el gran cambio ¿Estás dispuesto a dejar ir?
¿Cómo es tu relación con tu casa?
1. Sabes que para venderla te conviene darle una lavada de cara. Para pintar tu sala eliges, en lugar de un color neutro que guste a la mayoría, tu color preferido aunque se pase un poco de atrevido.
2. Organizas una cena con amigos y armas la mesa con servilletas de tela dobladas perfectas y la vajilla inglesa de tu abuela. Han visitado tu casa infinidad de veces pero aún tratas la situación como si fuera una primera impresión.
3. En la habitación de invitados tienes una cesta con jabón, shampoo, crema, al mejor estilo hotel 5 estrellas, y guías con lo que hacer y visitar en la ciudad. Nada se ha acumulado en ella. No ha cambiado su propósito a lo largo de los años ni tu dedicación por verla perfecta.
4. Aunque estás en la búsqueda de otra vivienda, sigues trabajando para convertir una de las paredes en una galería de arte.
5. Llevas tiempo ahorrando y tu primer impulso es remodelar tu cocina agregando una isla como las que aparecen en webs y revistas de diseño.
6. Un buen plan alternativo para tus fines de semana, tan tentador como ir al cine a ver una buena película, sigue siendo ir de tiendas a ver alfombras y cortinas. Pones la excusa de que lo haces para el piso nuevo (que aún no encuentras) pero tu imaginación no va tan lejos como tus pretextos.
7. Encuentras que tienes unos vecinos estupendos y que será difícil reemplazarlos. De hecho has propuesto organizar un brunch en la terraza de vuestra finca ahora que se acerca la primavera.
8. Tu tablón de Pinterest está lleno de proyectos de remodelación de baños y soluciones para espacios pequeños. No sabes dónde vivirás pero buscas ideas que más parecen servir para donde aún vives.
9. El último anuncio de Facebook en el que hiciste click era sobre una tienda de muebles a medida.
10. De cara a dejar tu piso por otro, a veces piensas que para mejorar tu vida no es necesario un cambio de escenario, con sólo cambiar tu filosofía de vida alcanza.
VEREDICTO: sigues enamorado como el primer día de tu casa
Esto puede deberse a los recuerdos y vivencias que te vinculan a ella. Has sido tan feliz allí que mudarte lo vives como una amenaza de que tanta dicha quedará olvidada en una caja en tu antiguo desván. El sentimiento de base es el miedo.
También puede tratarse de un simple problema de apego, algo muy frecuente en nuestra cultura occidental. Tu casa o piso te pertenece y, en cierta medida, tú le perteneces a él ya que has construido una parte de tu identidad a través suyo. El sentimiento de base es la inseguridad.
Teniendo en cuenta esto ya puedes sentarte a tener un mano a mano contigo mismo, definir cuál es el obstáculo interno que no te deja avanzar y ponerle remedio. Los grandes cambios suelen venir acompañados de un fuerte remezón. Hay que ser valiente y aguantarlo.
El cambio puede dar miedo o vértigo, pero si lo piensas da más miedo quedarse quieto, sin evolucionar, sin crecer, sin experimentar.
Mudarte, cambiar tu hogar por otro, no es el fin del mundo. Es sólo el principio de algo nuevo.